sábado, 23 de agosto de 2008

El cariño de la zorra




No he vuelto a saber de ti, desde aquella ocasión en que departimos licor juntos. Tú trajiste a una amiga y yo a un amigo, comenzamos diciendo en que seria una reunión sólo entre los dos, en la que los vinos y las ganas, posiblemente nos harían regresar a la cama nuevamente, como aquellas tantas veces.
Aquella ocasión estábamos en el auto de mi amigo, en donde mientras las esperábamos, oíamos música, conspirando, planeando, en cual seria la estrategia de esa noche para poder retozar los cuatro, tu conmigo y él con ella, por supuesto.
El plan estaba hecho, el dinero en el bolsillo al lado de mi billetera y ésta, al lado de una caja de preservativos, que seguramente no usaría, ya que borracho contigo, como esperaba estar, no me importaría que una gota o dos de mi, lleguen a ovalar tu figura, que hasta ese momento en que te vi llegar no estaba nada mal.
Que equivocado estaba si pensé que esa noche iba a lograr algo contigo, a su transcurrir le debo esta patinada, ya que nunca me acerqué, nunca intenté, es que ya no era más mi voluntad, no desde que pude conocer a la amiga que te acompañaba, sus bucles castaños y su rostro, verdaderamente me habían encantado y sin exagerar, ya la imaginaba sobre mí, en la cortas cabalgatas que suelo dar a pasajeras desconocidas y que posiblemente no vuelva a ver jamás.
Ya en la reunión hubo risas, sonrisas y coqueteos, siendo el más asediado mi amigo, que hizo ademanes y amagues de acercamiento con tu amiga, yo por el contrario no intentaba ni un roce contigo sino que más bien me enojaba la estrechez de ellos y me iba mellando las ganas de estar ahí, o de estar junto a ti. El licor cada vez iba disminuyendo, en nuestra razón y en las botellas, quise acercarme a ti, pero al parecer ya era demasiado tarde y eras arisca y me alejabas, sospeche entonces que te habías dado cuenta de mis miradas perdidas a tu amiga, que contrariamente a ti daba muy buena predisposición y se mostraba dispuesta a los trajines que prometía la noche, corroborando así la descripción que me habías dado de ella cuando te llame y me dijiste “es recontra pilas”.
Ya todo parecía perdido, cuando recordé que podíamos ir a una casa donde solo estaríamos los cuatro y me convencí aún más cuando aceptaron sin vacilación, para ese momento ya estaba casi resignado a perder a tu amiga y consolarme contigo y recompensarte humildemente este desplante tan feo que te había hecho, al no intentar besarte, ni manosearte. Que mal que me porté.

Lamentablemente para mi amigo, al subir al carro tuve una y tal vez última oportunidad de poder conversar muy cerca de ella y, como mi amigo entenderá como zorros que somos, no deje pasar.
Es conocido ya que las mujeres no pasan desapercibido los vinos y conocido también que estos causan un efecto muy favorable para los caballeros quienes las acompañan siendo aprovechado todo esto en dicha ocasión por su servidor, quien viéndose seguro de las nada despreciables tres botellas, podía comenzar una plática que muy pronto se volvería más silenciosa, tanto así que nuestros labios no tendrán que separarse y así lo hice.

Lo que hicimos en la casa después es algo que mi caballerosidad no me permitirá revelar (jaja) y aunque la frase de la soga y la cabra se me viene siempre cuando pienso en ello, siendo favorecido ante las circunstancias, pienso siempre lo riquísimo que es quedarse con la cabra y habérsela jugado.

Sin embargo hay algo que nunca me perdonaré, y que supongo es la misma razón por la que no contestas mis llamadas, ni mis mails.
Si bien es cierto siempre hubo un cariño superficial que nos hacía vernos muy eventual y fugazmente, nunca fue algo que no nos permitiera tomar la sombra en otro árbol, por decirlo de alguna manera, sobre todo, sabiendo yo que posiblemente hubieras hecho lo mismo si hubieras tenido la oportunidad, y el cariño de zorra que pareces tener, es falso, como nuestro besos y “te quieros” de las tanta veces que pegados a la almohada repetíamos sin respirar.

La permanente de Marla

Estaba emocionada esa noche me habías llamado y quedamos en salir, pucha, pensé de todo, ahora que haremos, por fin me dirá para estar o me manoseará como siempre, nada me importó.

Me arregle bien, más que bien , sólo por tí , pasé horas eligiendo vestuario y cambiando una y otra vez de peinado, me sentí estúpida en verdad, pero en fin ese día se me entraron las ganas de putear más que nunca.

Me dijiste que llame a una amiga para tu pata, prácticamente me dijiste que sea facilona, pero con otras palabras, claro. Llamé a la campeona pero que también era amiga mía y la íbamos a pasar bien, sin saber que me saldría el tiro por la culata.

Llegamos y como bajé primero, me viste y me viste de la manera que siempre me mirabas, y me gustó, y te quise. Pero al rato entro Marla y la quedaste viendo, toda ella, riendo con sus rulos de permanente y la sonrisa perfecta, de inmediato te vi a los ojos y tú la seguías a ella, y ya no a mí, y los odie a los dos.

Vinos van, vinos vienen, y yo esperando a que hagas algo conmigo, esperando a que me digas, te quiero o que me metas la mano, pero tú nada, estabas cautivado por los rulos de permanente de Marla que te tenían tan hechizado, jaja que cara de cojudo tenías.

Creo que después te diste cuenta que estaba a tu lado y empezaste a querer besarme pero ya estaba harta, me dabas cólera, te odiaba a ti y a los rulos de permanente de Marla, y a tu amigo también, aunque estaba muy bueno por cierto.

No se a quién se le ocurrió ir a una casa a seguirla “para estar más cómodos”, ashhhh!!! Quería irme, estaba incomodísima pero no, ahora ya no desaprovecharías la oportunidad con Marla y quería quedarme a ver cuan conchudo eras.

Llegamos a la casa y como de costumbre empezaron a tomar.

A Marla ya no la vi hasta ayer, que estaba re ilusionada dizque con tu pata que al parecer resulto un romántico de primera, pobre dije, pobre, cree que no me di cuenta que con el que termino fue contigo, pero no importa, porque a la que siempre vuelves es a mi.

Ese día en la tarde antes que nos veamos quisiste que pasara algo en la noche pero no fue así, no entiendo porque tuviste que decirme tantas mentiras y tantas tonterías en tan poco tiempo iba a estar borracha y también quería estar contigo no era necesario que quedaras como un estupido ante mi, eso me hizo dar cuenta que eres como todos, que sigues siendo el mismo inseguro, que si bien es cierto sigues buscándome y yo sigo a tu lado, porque como tu me lo dijiste, aun hay ese cariño que nos hace encontrarnos cada vez que estamos solos y que cada vez que estamos solos nos llenamos de falso amor y de falsas esperanzas que los dos necesitamos de vez en cuando pero que en ocasiones se puede quitar con un poco de la permanente de Marla.

martes, 19 de agosto de 2008

Solo

Corrí al teléfono de prisa, casi saltando por entre los muebles, sí era ella, por fin me llamas, pensé, ahora te cagaste, no te la perdono, seguí pensando; Alo, hola preciosa ¿cómo estás?,… ¿Qué pasó?..., bla bla bla,… te extrañe mucho, estuve pensando en ti,… porque no vienes a ver una película, …bla bla bla,… a las 4 y media, te espero, te recojo… bla, bla, bla,… Ok que lindo hablar contigo, me parece súper chévere que nos veamos hoy… bla bla bla. Colgué el auricular, segurito que esta zorra va a llegar tarde, dije para mi, y en verdad estaba seguro que ella llegaría tarde, la verdad, me atormentaba eso, ya que no disponía de mucho tiempo, mi casa solo estaría sola de 4 de la tarde hasta las 8, como la cite a las 4 y media, en el peor de los casos ella llegaría a las 5 de la tarde lo cual me dejaba solo 3 horas para tirármela, que a mi parecer y al de muchos es demasiado tiempo, pero que en mis circunstancias se me hacia corto, ya que entre saludo y besito, y como has estado y toda ese asunto protocolar que debemos cumplir todos los caballeros para no desvestirla ni bien cruza la puerta, se me iba a ir por lo menos media hora, lo que me dejaba 2 horas y media. El comenzar a soltarla, que se ponga cariñosa, darle un abrazo, hacerla entrar en confianza y que te cuente algo que le paso, como le va en el trabajo o que le hizo el último chico con el que salió, entre consuelo y fingir oírla se irían media hora más.
Aún me quedaban dos horas, si todo salió bien ya esta en mis brazos y su cabeza en mi hombro, mis manos en su cintura comienzan a subir, la miro a los ojos y por fin la beso carajo. Establecido el primer y mas difícil punto (sólo bajarle el calzón es mas difícil) lo demás se vuelve relativamente fácil y depende básicamente de habilidad. Una agarradita de teta, que la rodillita por entre las piernas, una pellizcadita en el culo, una pasadita de mano en la pelvis, suelto el sostén, besito en el cuello, en la oreja, se oyen los primeros gemidos, se excita más, entonces avanzo, sin precipitarme, no la quiero cagar, ir al botón del pantalón para abrirlo depende de la reacción que haya tenido cuando le desabroche el sostén, aún me queda una hora y media.
Seguro que me va decir muchas cosas, si la amo o porque razón me gusta o que le gusto mucho, o que me ama, ante eso tengo que conservar mi no muy comprobada caballerosidad contestando con afirmación a todo lo que me dice, a veces haciendo como que no la oigo decir toda esa sarta de estupideces que suelen decir muy a menudo ellas, cuando se encuentran en esa situación y que nosotros solemos asentir en la misma circunstancia, en todo caso (sigo pensando) si me presiona mucho le contestaré lo mismo, ya que si es que ella esta tan excitada, me puedo justificar de la misma manera.
Felizmente lo más difícil ya está hecho y la tengo casi desnuda en mi cama y con muy buena predisposición a colaborar conmigo en este corto viaje, no me queda otra cosa que proceder, no sin antes musitarle otra sarta de mentiras al oído.

Terminé y han pasado sólo diez minutos que es como suele ocurrir cuando detestas a la flaca, cuando la odias con todo tu corazón como la odio ahora, y quieres que se largue de tu cama inmaculada, ella y su inmundo olor, y si bien lo más difícil terminó y lo más rico también, ahora viene lo peor de este maldito encuentro que nunca debió suceder, porque ella se pondrá de lo mas cariñosa y melosa, y no me dejara tranquilo, mientras que quiero que se largue , que se baje de mi cama, que quite su inmunda presencia de mi vista, ella va a estar ahí, abrazándome, besándome, diciéndome que le encanto, que quiere pasar la noche conmigo. Yo, por el contrario, seguiré cambiando de canal en la TV y le haré algún comentario fuera de lugar, pero ella no entiende indirectas, entonces es ahí donde esa sensación de arrepentimiento que rondaba mi mente incluso antes de que ella ponga un pie en mi casa, se hace más elocuente, más fuerte y la idea de que una masturbación hubiera sido mil veces mejor que pasar por esto retintinea mi retina, regreso a lo real, viéndome ahí, abrazado de ella, sudando, desnudo y muerto de asco.
Poco a poco voy convenciéndola que no es muy bienvenida ya, y que es hora que se largue así que ella entenderá, pero no sin antes hacerme un show, pequeño o grande pero un show al fin, seguramente me dirá que solo la busco para eso, que se siente utilizada, que pensó que esta vez iba a ser diferente y huevada y media, que al escucharlas sólo atino en negarlas y contestarle lo contrario.

Por fin consigo sacarla de mi casa, ella intenta tomarme de la mano para caminar, con asco y un poco de vergüenza disimulo una evasiva, me libero de su incondicional “amor” y le digo que ya van a llegar a mi casa, que no la pueden ver saliendo de acá. Entonces por fin ella entiende, me mira, me abraza, y me da un piquito y no dice nada más y regresa por donde vino, sola como hace dos horas toco mi puerta, y la media hora que me queda me resta para bañarme y quitarme su inmundo olor a mentira, como si mi mentira se iría con ella, como si al cerrar la puerta vuelvo a ser un buen chico, que sólo piensa mientras se enjuaga el champú de la cabeza, en sacar tus fotos que escondí del cajón del tocador, encender mi celular y llamarte para decirte que te amo.

Esperando otra mentira

Quise morir, no podía creerlo, me sentí tan furiosa, tan estúpida, lo espere, vaya que lo espere.
Primero le llegó un mensaje de texto donde le decían que su mamá esta enferma y que vaya a casa urgente. Lo entendí y decidí esperarlo en su departamento, teníamos mucho de que hablar y después de una despedida poco más entre llanto, se fué.
En mi espera sola, vi televisión, comí algo y dormí también, de pronto me timbró, lo llamé y las líneas se cruzaron.

Al poco rato me llegó un mensaje de voz, supuse que era él y dije- ¿Qué fue?¿De cuando acá?- que lindo ya viene de seguro, las cosas se arreglaran y quizás hasta volvemos.
Empecé a escuchar el mensaje y a ir saliendo de "ilusiolandia" y a ir entrando a la confusión y pavor extremo, aún hablar de ello me hace temblar.

Escuché su conversación una y otra vez y sí, de algo me sirvió la décima vez q lo hice, él le decía que lo deje, le decía que no quiere que se vean, que no lo busque y un montón de cosas que la primera vez que lo escuché no me importó, sólo el ruido que hacia mi corazón al escuchar una y otra vez el nombre de ella. Quería matarlo y quería morir yo luego, lo odie, odie a ella, odie a su mamá, odie a todos a mí alrededor. Y me fui.

Lo primero que se me vino a la mente en mi largo viaje a casa fue ¿Qué pasó?, ¿Todo fué mentira?, ¿Todo fue un engaño?, ¿Una farsa?, ¿Nunca me quiso?, ¿Siempre estuvo con las dos?, ¿Todas mis sospechas eran ciertas?, me hice un mundo suponiendo y descartando cosas, y cada vez me volvía mas loca y los nervios no me dejaban mantener mi pierna quieta, sentada en el carro.

Lo llamé, exigía una explicación y como siempre no obtuve nada, sólo el maldito mensaje de Claro, llamada tras llamada, no respondía el conchasumadre.

Le deje uno y otro mensaje de voz el primero dándole un ultimátum, el segundo diciéndole que lo se todo, el tercero maldiciéndolo y el cuarto ya más serena diciéndole que estaba camino a casa.

Después del cuarto recibí su timbrada y lo primero que hice fue maldecirlo, luego llamarlo, le dije que porque no contestaba que era un maricón que se dejara de cojudeces, que quiero una explicación y que estoy harta de esto, no me explico nada, al contrario me lo negó absolutamente todo y eso me encolerizó más, lo odie, lo quería matar, quería tenerlo en frente y darle de puñaladas para que sepa como me estaba rompiendo el corazón, quería matarlo.

Más tarde me lo confirmo, lo aceptó, y me dijo que si, que había estado con ella pero que no por que él lo quisiera sino que porque se la encontró saliendo del hospital, y él, tan fastidiado, la trató mal y la largó, casualmente después de haberme timbrado y gracias a eso grabada su discusión.

Al principio no le creí, obviamente, me dijo que me quería y jamás me había mentido pero eso es lo de menos, me resistí a escuchar; el ruido de la voz de ella estaba en mi cabeza y cada vez se hacia más fuerte que no me permitía escucharlo, no me permitía pensar.
Lo que me tenia loca era el pensar cuántas veces se habían visto, cuantas veces habían hablado, me lo imaginaba y me enfermaba, los celos enfermizos que tenía, la furia, el orgullo en los suelos, nada me permitía escuchar ni entender, en tono mandón le dije que venga a mi casa que me lo explique todo.

Si bien es cierto ya no estábamos, no por esto sino por unas cojudeces de nosotros que si bien nos queremos, no podíamos estar juntos no se porque, ni él tampoco, pero igual seguíamos viéndonos hablando y tratándonos como “enamorados”.
Bueno, vino a mi casa, estaba sola como siempre, ya estaba mas serena lo raro fue que no lloré, no sentía nada, no sentía odio ni nada, solo quería que me lo explique y que diga lo que yo quería escuchar que me ama y que volveríamos y que somos el uno para el otro y que bla, bla bla, pero no, esto no era algo que había hecho romper lo nuestro, lo nuestro ya estaba mal desde antes, no tenia nada que ver este mensaje de voz, sólo que yo quería que esta sea nuestra salvación y muerte a la vez.

Después de una larga charla cargada de regaños y reclamos uno tras otro lo boté de mi casa y le dije que no quería saber de él.

Obviamente ninguno respeto eso y supe de él esa misma media noche, no podíamos estar sin hablar, él sin timbrar y yo sin llamarlo, y aunque eso me consuela, por momentos, cada vez lo siento más lejos, más distante, pero no me queda de otra, nada es para siempre, como me dijo él alguna vez. Dejé de odiarlo, dejé de maldecirlo, lo único que no se me quita de la cabeza es la voz llorosa de ella y la voz de él, harto de la vida.